domingo, 5 de abril de 2015

‘ENTRE LES MURS’, O DE CÓMO NO APRENDIMOS NADA




-          FICHA TÉCNICA
Título original: Entre les murs
Año: 2008
Duración:  128 min.
País: Francia
Director: Laurent Cantet
Guión: François Bégaudeau, Robin Campillo, Laurent Cantet (Libro: François Bégaudeau)
Música: Varios
Fotografía: Pierre Milon
Reparto: François Bégaudeau, Nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja Rachedi, Juliette Demaille
Productora: Haut et Court
Género: Drama | Enseñanza. Colegios & Universidad. Adolescencia

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‘La clase’, o ‘Entre les murs’ es una película francesa de 2008, dirigida por Laurent Cantet, con la cual consiguió fama mundial. Está basada en una novela homónima escrita por su actor protagonista, François Bégaudeau. Se constituye como la quinta película en la filmografía de su director, que la estrenó en mayo de 2008 y que fue galardonada con la Palma de Oro a mejor película en ese mismo año.

François (que se interpreta a sí mismo) imparte clases de lengua en un instituto situado en un barrio marginal, en el distrito veinte de París. Se enfrenta a un elenco de alumnos a través de diálogos costosos para mantener lo más parecido a una democracia, pero la tensión entre cada una de las partes queda latente. Sus alumnos, de entre 14 y 15 años, representan en sí mismos dentro de esta clase un microcosmos que refleja una situación social y educativa de la Francia actual.


Si unimos a un profesor, unos alumnos, y una institución educativa, muy probablemente puedan venirnos a la cabeza títulos como La ola (2008), o incluso El club de los poetas muertos (1989), teniendo como telón de fondo común una problemática entorno a la educación y su sistema, o simplemente a unos roles como estos, presentes en un aula. El rol de profesor, que bien puede funcionar como fuerza inspiradora o, por el contrario, como figura autoritaria a la que desobedecer y cuestionar, como podemos ver en ‘La clase’.

Francia se caracteriza por ser un país revolucionario en el que las gentes gustan de ser críticos con lo que les rodea; mayo del 68 y las revueltas de 2005 lo atestiguan. Es un país en cuya capital, París, puedes caminar por sus calles encontrando más inmigrantes que franceses. Es una Francia que quiere a toda costa mantener una cultura fuerte como es la cultura gala, con la contradicción de permanecer liberal y aceptar a todo aquel que pase sus fronteras. Es por eso que Entre les murs podría haberse rodado en cualquier parte, pero es en Francia donde toma, junto a su contexto, especial relevancia. Esta película debía rodarse en los suburbios de París, y hablar de otros arrodisements como más o menos cultos, o de menor o mayor clase social, no deja de representar una forma de racismo hacia otros países, por lo que el profesor se sorprende cuando descubre que sus dos alumnas también frecuentan barrios “de bien”.



Los diálogos entre profesor-alumnos no podrían ser más creíbles y de algún modo abren más preguntas que respuestas, algo de agradecer en el cine social, pero que en este caso supone un abuso para el espectador. La película parece plantear un problema –o varios- sin dar una solución. Apenas puede vislumbrarse una respuesta a un dilema en esa sala de profesores, en la que se cambia de tema por otras cosas más superficiales pero que parecen igualarse en importancia para los que imponen las normas, en este caso de alguna forma personificados en el elenco del profesorado. No es ni la primera vez ni la última que se mira hacia otro lado en cuanto a inmigrantes se trata.

El film no queda lejos de parecernos un documental dado su aspecto formal, un instrumento de apoyo para dar más veracidad y hacernos partícipes de cada escena de la película, en su mayor parte desde un pupitre. Y aún con ello, la mayor parte del público al que se dirige esta película no estará al lado de esos adolescentes, si no con un profesor al que nos agarramos como figura lógica en medio de tanto caos. La pompa se rompe cuando incluso François parece dejarse llevar por los nervios y la clase entera, que antes se mostraba fragmentada, se enfrenta a él. Otro ejemplo de una generación desilusionada con los viejos dogmas que se imponen hoy día desde un sistema anticuado, donde no se aprende nada, y en el que se aprende más y mejor fuera de clase, leyendo a Platón pese a todo pronóstico. Un sistema que más que incentivar parece adormecer las mentes y destruir cualquier resquicio de iniciativa.



Así nos muestra Cantet su crítica al sistema educativo actual, entre cuatro paredes que se muestran vacías al final del film, presentándonos una vacuidad física y mental, una verdad: unos meses después todo empezará de nuevo, y otro Souleyman será desterrado sin pasar por todas las pruebas pertinentes, porque es lo que se esperaba de él, fracasar.

Pero, ¿hasta qué punto el sistema es responsable? ¿El rol de educador debe recaer sólo en los profesores, dentro de esas paredes? En una retahíla de imágenes sobre los padres de los alumnos podemos ver cómo éstos han dejado caer la responsabilidad total del sino educativo de sus hijos en un grupo de profesores que no parecen dar la talla. Un instituto público que parece ser más una cárcel de altos muros donde el aire parece asfixiante y donde nada se renueva. Cada año será igual que el anterior e idéntico al siguiente, sólo habrá que cambiar los nombres de los participantes.

La luz que entra por las ventanas de esta clase es fría y apenas puede atisbarse qué hay tras esos cristales. Sólo podría cabernos en la imaginación a través de las declaraciones de los personajes lo que podría ocurrir allá afuera, ya que sólo se nos muestra el instituto de puertas para adentro. No parece importante: sólo importan sus vivencias dentro de aquel universo, lo que quede fuera es irrelevante (como cualquier paliza de sus padres que podría caerle a un alumno por una expulsión).
Cantet se vale actores no profesionales, o quizá de alumnos reales, que interpretan diálogos que parecen improvisados sobre la marcha y que apoyan al aspecto documental de la película.  El director quería plasmar una realidad. Pesimista, sin solución, con dosis de falsa de esperanza.

En conclusión, es una película efectiva en lo que quiere contar: provoca interrogantes en el espectador, pero no los resuelve, y quizá esa fuera la intención, si de contar una realidad iba todo esto.





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